La nueva película Sinners ha causado revuelo por su mezcla de horror, música y pactos oscuros. Pero lo más inquietante es que está basada en una leyenda que, desde hace décadas, ha rondado el mundo del blues: la historia de Robert Johnson, el enigmático músico que supuestamente vendió su alma al diablo para tocar como nadie más.
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Según la leyenda, Johnson era un guitarrista mediocre que desapareció por un tiempo. Al regresar, tenía un talento sobrenatural. La explicación que surgió en Mississippi fue que, una noche, se encontró con el diablo en un cruce de caminos. Allí le ofreció su alma a cambio de dominar la guitarra. Desde entonces, su música tenía un sonido hipnótico, casi maldito.

Murió joven, con apenas 27 años, y dejó atrás canciones con letras que hablaban de persecución, fuego y sombras. Temas como Cross Road Blues alimentaron aún más el mito. La leyenda ha crecido tanto que ahora llega al cine con Sinners, donde el pacto vuelve a cobrar vida con un giro moderno y aterrador. La película no lo menciona directamente, pero los guiños son claros: un músico desesperado, un cruce desolado y una presencia que lo cambia todo.