El pasado 4 de junio, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, implementó la orden ejecutiva de realizar las deportaciones que sean necesarias para contrarrestar la crisis migratorias que sufre el país en gran parte del tiempo de su gestión.
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Las estadísticas indican que en seis semanas de vigencia, también disminuyó significativamente el intento de migrantes de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, con un cambio drásticos del descenso del más del 50 por ciento, lo que significa por día menos de 1.900 personas, una cifra significativamente menor a la observada en períodos anteriores.
50 mil deportados
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) fue crucial para la deportación expedita de más de 50.000 inmigrantes en tan solo seis semanas, situación que no solo busca controlar el flujo migratorio, sino también fortalecer las medidas de seguridad en la frontera.
Desde la Casa Blanca se advierte que esto tan solo el comienzo porque la idea es que sea duradero o por lo menos hasta que las estadísticas reflejen una mejoría bastante marcada, por ello, ya se está cocinando un acuerdo para proporcionar recursos que permitan contratar a 1.500 agentes adicionales para la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), 1.200 para el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), y la asignación de 100 equipos de jueces de inmigración.
Hasta los momentos las deportaciones han sido diversificadas entre personas de países de Latinoamérica y del hemisferio oriental, como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Egipto, Mauritania, Senegal, Uzbekistán, India y China.
No cabe dudas que el resultado de las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre, serán trascendentales y puede variar más el porcentaje de deportaciones y asimismo, ampliar las normativas para las personas que deseen entrar a los Estados Unidos, ya que en más de una oportunidad el candidato Republicano, Donald Trump, sentenció que de ganar realizará medidas de deportaciones más históricas y nunca antes visto en dicho país.
