La sexta visita del pasado fin de semana del presidente Donald Trump a su mansión de Mar-a-Lago provocó una vez más complicaciones en la ciudad con bloqueos viales, pérdidas por restricciones en el espacio aéreo y el creciente temor de las autoridades locales de que los altos gastos de seguridad no sean reembolsados por el Gobierno federal.
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Los residentes de la pequeña isla de Palm Beach, donde está la residencia en el condado del mismo nombre, y áreas cercanas soportan las alteraciones con una mezcla de resignación y frustración.
Mansión
Los vecinos de Mar-a-Lago, una mansión híbrida entre residencia de los Trump y club privado, lamentan el ruido de las sirenas, la congestión viales cuando el presidente y su larga comitiva se están desplazando y el cierre de la calle que pasa por enfrente de la edificación.