Este viernes, el Departamento de Estado de los Estados Unidos notificó formalmente al Congreso la disolución efectiva de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
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A partir de ahora, varias de las funciones de la agencia serán transferidas al propio Departamento de Estado, lo que marca un cambio significativo en la política de ayuda internacional de Estados Unidos.
De acuerdo con fuentes oficiales, la reestructuración de los programas de ayuda internacional será gestionada bajo nuevas estrategias, que posiblemente involucren a otras agencias gubernamentales.
El proceso de reorganización se completará el próximo 1 de julio, según lo informado por el Departamento de Estado.
La decisión de disolver USAID y reorganizar los programas de ayuda responde, en gran medida, a las críticas realizadas por el gobierno de Donald Trump, que ha acusado a la agencia de malversar los fondos de los contribuyentes y de financiar proyectos en el extranjero que no necesariamente benefician a los intereses de Estados Unidos.
Este cambio llega en un contexto de replanteamiento de las prioridades de la política exterior estadounidense, en un intento por optimizar los recursos destinados a la ayuda internacional y asegurar que los programas tengan un impacto directo en los intereses nacionales.