El gobierno japonés ha actualizado sus estimaciones sobre un potencial “megaterremoto” en la fosa de Nankai, al sur del país, revelando un escenario catastrófico: hasta 298,000 fallecidos y pérdidas económicas de 1,81 billones de dólares (270 billones de yenes), casi la mitad del PIB nacional.
Existe una probabilidad del 80% de que ocurra en los próximos 30 años, con magnitud entre 8.0 y 9.0.
Si el sismo alcanza magnitud 9, los evacuados podrían ser 12.3 millones (10% de la población), con olas de tsunami mortales y derrumbes masivos.
El 80% de las muertes (215,000) serían por tsunami, ya que solo 20% de la población podría evacuar a tiempo, especialmente si ocurre de noche en invierno.
Aunque las cifras son un 10% menores que las de 2012 (323,000 muertes), gracias a mejoras en construcciones antisísmicas, aún distan del objetivo gubernamental de reducir víctimas en 80%. Los edificios destruidos se estiman en 2.35 millones.
La fosa de Nankai, donde chocan dos placas tectónicas, abarca desde Shizuoka (cerca de Tokio) hasta Kyushu. Históricamente, ha generado terremotos devastadores, como el de 1944 (magnitud 8.1).
El ministro de Gestión de Desastres, Manabu Sakai, prometió revisar las medidas de prevención para este verano, pero el desafío es monumental. Japón, líder en tecnología sísmica, enfrenta una carrera contra el tiempo para salvar vidas y su economía.