La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado un paso significativo en la lucha contra la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares con la publicación de su primera guía sobre el uso de sustitutos de sal bajos en sodio. Esta medida busca reducir el consumo excesivo de sodio, un problema de salud pública al que se le atribuyen 1,9 millones de muertes anuales en todo el mundo.
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El alto consumo de sodio es un factor de riesgo clave para la hipertensión y diversas enfermedades cardiovasculares. Según la OMS, la ingesta diaria recomendada de sodio no debe superar los dos gramos. Sin embargo, en 2019 la media global de consumo de sodio alcanzaba los 4,3 gramos diarios, más del doble de la cantidad recomendada.
A pesar de los esfuerzos de distintos países para reducir el consumo de sal en la población, los avances hacia el objetivo de disminuir un 30% la ingesta de sodio para 2030 han sido insuficientes. En este contexto, la OMS enfatiza la importancia de promover alternativas más saludables como los sustitutos de sal bajos en sodio.
Los sustitutos de sal bajos en sodio contienen una mezcla en la que parte del cloruro sódico es reemplazado por cloruro potásico. Este cambio no solo mantiene el sabor salado en los alimentos, sino que también aporta beneficios adicionales para la salud. La OMS recomienda un consumo de 3,5 gramos de potasio al día, una meta difícil de alcanzar para muchas personas. Los sustitutos de sal enriquecidos con potasio pueden ayudar a reducir la ingesta de sodio y, al mismo tiempo, mejorar los niveles de potasio en la dieta.
Estudios científicos han demostrado que el reemplazo de la sal tradicional por opciones bajas en sodio disminuye significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y muertes prematuras. Además, su apariencia y sabor son prácticamente idénticos a los de la sal común, lo que facilita su integración en la alimentación diaria sin afectar el gusto de los alimentos.
Si bien los sustitutos de sal son una alternativa más saludable, su consumo debe ser moderado, especialmente en personas con enfermedades renales avanzadas, ya que su capacidad para procesar el potasio está comprometida. En estos casos, el consumo de productos enriquecidos con potasio puede ser perjudicial.
Otro reto clave es la accesibilidad de estos productos. La producción de cloruro potásico es más costosa que la del cloruro sódico, lo que encarece el precio de los sustitutos de sal. Actualmente, estos productos se comercializan en solo 47 países, principalmente en naciones de ingresos altos, y pueden costar hasta 15 veces más que la sal común.
La nueva guía de la OMS subraya la importancia de los sustitutos de sal bajos en sodio como una herramienta eficaz para reducir la ingesta de sodio y mejorar la salud cardiovascular global. Sin embargo, para que esta estrategia sea efectiva a gran escala, es crucial que los gobiernos y la industria alimentaria trabajen en conjunto para hacer estos productos más accesibles y asequibles para la población en general. Con un enfoque integral, se podrá avanzar hacia una reducción significativa de las enfermedades cardiovasculares y mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.