Este martes, la capital de la República Democrática del Congo, Kinshasa, se convirtió en el escenario de violentas protestas en las que manifestantes bloquearon calles, quemaron neumáticos y atacaron varias embajadas extranjeras. Las acciones, según testigos y medios locales, fueron expresiones de apoyo a las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC) y a la población de las provincias de Kivu del Norte e Ituri, afectadas por el conflicto armado con el grupo rebelde Movimiento 23 de marzo (M23).
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Entre las embajadas atacadas se encuentran las de EE.UU., Francia, Bélgica, Kenia y Uganda, acusadas por los manifestantes de respaldar a Ruanda, país señalado por Kinshasa y la ONU de apoyar al M23. En particular, la Embajada de Francia fue blanco de incendios provocados por los manifestantes. El ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, calificó estos ataques de “inaceptables” en su cuenta de X.
En las calles, los manifestantes coreaban lemas como:
· “No a la agresión contra nuestro país por parte de Ruanda”
· “No a la masacre del pueblo congoleño”
· “No al saqueo de nuestros minerales”, este último en referencia a la riqueza mineral de Kivu del Norte.
Las protestas en Kinshasa están directamente relacionadas con la crisis en Goma, una ciudad de más de un millón de habitantes que el lunes cayó parcialmente bajo el control de los rebeldes del M23 tras semanas de intensos combates. El conflicto ha agravado la crisis humanitaria en la región, con 17 personas muertas y 367 heridas en los últimos días, según informes hospitalarios.
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El ministro congoleño de Comunicación, Patrick Muyaya, expresó su apoyo a las movilizaciones populares, calificándolas de “legítimas”, pero también aseguró que la Policía Nacional ha restablecido el orden y reforzado la seguridad en las embajadas.
Los enfrentamientos en el este de la RDC reflejan un conflicto que combina disputas territoriales, recursos naturales y tensiones geopolíticas. Aunque Ruanda niega apoyar al M23, expertos de la ONU afirman que entre 3,000 y 4,000 soldados ruandeses han combatido junto a los rebeldes, lo que ha intensificado las hostilidades con el Ejército congoleño.
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El conflicto alcanzó un punto crítico tras el fracaso de una mediación internacional liderada por Angola en diciembre, y el avance del M23 ha generado masivos desplazamientos de población, exacerbando una crisis humanitaria ya de por sí grave en la región.
La RDC enfrenta una creciente presión interna y externa para resolver el conflicto. La situación en Goma, sumada a las tensiones diplomáticas generadas por los ataques a embajadas, resalta la urgencia de una intervención internacional que facilite una solución duradera al conflicto y alivie la crisis humanitaria en el este del país.
