Parte el alma ver a tanta gente llorar a sus familiares muertos en la tragedia del pasado domingo, en las faldas del volcán de Fuego. Es conmovedor ver a los cuerpos de socorro correr hacia el peligro y no en sentido contrario como el instinto de conservación dictaría.
Mis respetos como siempre a los soldados, policías, bomberos, personal de Conred y voluntarios que inmediatamente se hicieron presentes y, aún hoy (ayer) , cuando escribo esta columna, siguen trabajando, muchos de ellos sofocados por el polvo, el calor y la ceniza del volcán, en rescatar sobrevivientes y los fallecidos para darles cristiana sepultura.
Dios proteja a esas familias y Dios bendiga a los miles y miles de donativos, grandes y pequeños, de víveres, agua, alimentos, medicinas y equipo para los cuerpos de socorro que son tan necesarios en este momento. Me enorgullece ser guatemalteco y ver que en estos momentos de dolor, todos, automáticamente, nos unimos y empezamos a ayudar, a donar, a hacer voluntariado y reconocemos el trabajo duro de las fuerzas de seguridad y cuerpos de socorro, que por ello son las únicas autoridades reconocidas por la población.
Mezquinos sí, por su bajeza y su vulgaridad, me parecieron los comentarios antisemitas de algunos dos o tres idiotas que aprovecharon la tragedia para destilar veneno, odio e ira contra la comunidad judía y a criticar al Dios de Israel por la tragedia, vaya usted a saber qué cantidad de odio y resentimiento tendrán estas personas en su corazón para aprovechar la muerte de decenas de guatemaltecos y una tragedia como la del volcán de Fuego para publicar comentarios de odio y racismo antisemita. Allá ellos, allí quedaron las fotos de los tuits y la indignación de miles de personas por semejante muestra de odio, para su eterna vergüenza y escarnio.
Por otro lado, vi también todos estos días manifestaciones espontáneas de civismo y amor por el prójimo, y vi en supermercados, estaciones de bomberos y en Super24 y otros comercios montañas de papel higiénico, agua, víveres, latas de comida y medicinas apiladas para los damnificados de la tragedia. Eso, me dije a mí mismo, es hacer patria callada la boca, sin esperar reconocimiento, ni gloria, ni agradecimiento, si no sencillamente ocurrió una tragedia, miles están en necesidad y dolor, automáticamente los guatemaltecos miramos qué hacemos para ayudar y así hacemos lo que tenemos que hacer.
El que odia y el que hace política con la tragedia, que se atragante en su odio y vileza, como dijo José Martí, el gran prócer cubano y poeta del siglo XIX y gran amigo de Guatemala: “Hay hombres que aman y construyen, y hay hombres que odian y destruyen”.
¡FUERZA Y FE, GUATEMALTECOS, QUE DE ESTA SALDREMOS ADELANTE, DIOS PROVEERÁ, AYUDEMOS A LOS DAMNIFICADOS!