Un equipo de arqueólogos ha desenterrado en Croacia lo que podría ser la tumba de un supuesto vampiro, en un hallazgo que revela las arraigadas supersticiones de la Europa medieval. El descubrimiento tuvo lugar en el yacimiento arqueológico de Rašaška, situado a unos 112 kilómetros al sureste de la capital, Zagreb.
Los restos encontrados pertenecen a un hombre de entre 40 y 50 años de edad, cuya tumba presentaba indicios de haber sido profanada tras su entierro. Según las investigaciones, el esqueleto estaba desmembrado y su cráneo había sido separado del cuerpo, ubicado a 30 centímetros de distancia. Además, un gran ladrillo se halló entre sus piernas y una piedra bajo su cabeza. Estos detalles sugieren que el individuo fue víctima de rituales de prevención contra el vampirismo, prácticas comunes en la Europa eslava de la época.
El estudio señala que este entierro habría ocurrido entre los siglos XV y XVI. Según la arqueóloga Nataša Šarkić, en las regiones eslavas persistió durante siglos la creencia en los espíritus malignos, incluidos los vampiros. Estas supersticiones llevaron a realizar prácticas funerarias especiales para evitar que los fallecidos regresaran del más allá a causar daño a los vivos.
El esqueleto del hombre muestra señales de una muerte violenta. Presentaba lesiones en las costillas, la pierna y la mandíbula, algunas de ellas cicatrizadas, lo que sugiere que sufrió agresiones en diferentes momentos de su vida. Sin embargo, las fracturas en su cráneo, sin signos de curación, indican que el golpe que recibió en la cabeza fue la causa de su muerte.
A pesar de haber sido enterrado en el interior de una iglesia, su sepultura se encontraba en un lugar desfavorable, junto a la pared, lo que también refuerza la idea de que fue considerado una amenaza para la comunidad.
El yacimiento de Rašaška forma parte del asentamiento medieval de Bobare, que en la Alta Edad Media perteneció a los Caballeros Templarios y posteriormente a los Caballeros de San Juan. En el siglo XV, el área pasó a ser propiedad de la nobleza local. Desde 2011, los arqueólogos han descubierto más de 180 tumbas en la zona, aunque la marcada con el número 157 es la única con evidencias de un entierro de vampiro.
No es el primer hallazgo de este tipo en Croacia. En 2024, al noroeste de Rašaška, se encontraron los restos de otra persona que había sido enterrada en un ataúd ornamentado y a la que le faltaban la cabeza y parte del cuerpo.
Según la tradición eslava, el alma de una persona no abandona el cuerpo de inmediato, sino que permanece unida a él hasta su completa descomposición, lo que se creía que ocurría después de 40 días. Si el fallecido murió de manera violenta, llevó una vida pecaminosa o fue rechazado por la comunidad, su cuerpo no se descompondría, sino que se convertiría en un vampiro.
Para evitarlo, las comunidades aplicaban diversos rituales, como colocar ladrillos en la boca del difunto, atravesar su corazón con estacas o decapitarlo. Estos métodos pretendían asegurar que el espíritu no regresara a atormentar a los vivos.
El hallazgo de la tumba en Rašaška proporciona nuevas evidencias sobre las prácticas funerarias medievales y la persistencia del temor a los vampiros en la Europa eslava. A medida que las excavaciones avanzan, los investigadores esperan descubrir más detalles sobre este misterioso entierro y su relación con las creencias y costumbres de la época.